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Carmela y Arcadio Arosemena.

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Todo comenzó en 1975 cuando Carmela junto a Arcadio asistían a  las primeras reuniones de la Asociación Ecuatoriana de Orquídeologia, donde llegaba gran cantidad de personas ávidas por conocer sobre el cultivo de estas exóticas plantas. Con el tiempo Arcadio comenzó a interesarse, a leer mas sobre ellas y aprender junto a los demás miembros a identificarlas y juzgarlas. A diferencia de Camela que le gustaba el cultivo de las plantas a las que le dedicaba muchas horas, Arcadio se interesaba del tema pero de forma diferente, él las estudiaba durante las noches, ya que era el único momento en que su trabajo se lo permitía.

“Poco a poco, nos fuimos integrando a las actividades de la Asociación y en compañía de nuestros hijos participamos en inolvidables paseos a diversos lugares de nuestra patria”. Cualquier cantidad de anécdotas que se me vienen a la mente, pero, tal vez una de las experiencias de mayor emoción fue cuando al fin “descubrimos” el hábitat de la Catleya máxima en la zonade Puerto Cayo.

Aquí, en este lugar, recogimos algunas plantas, que luego de la jornada matinal, las llevamos hasta la playa donde las limpiamos y las acondicionamos para instalarlas en su nuevo hogar, los jardines de nuestra casa. La recolección que hacíamos era selectiva, dejando en el lugar de origen muchas plantas para que continúe su reproducción. Ya para él 1977 nombran a Arcadio vocal del Directorio que presidía Max Konanz quienes junto a sus esposas Evelina y Carmela, caminaron juntos durante muchos años unidos por el amor y pasión que sentían hacia las orquídeas, la conservación y la naturaleza. Así inicio el vínculo en esta institución que es parte de sus vidas, fue la que sirvió para incrementar la amistad con sus miembros y donde florecieron entrañables momentos y amigos tanto a nivel local, nacional e internacional.

“Este fue el pretexto o motivo que nos llevó a otros lugares en diversos países de America, al Lejano Oriente y hasta Australia y Nueva Zelandia. Los recuerdos de estos viajes, jamás los podremos olvidar y los vínculos de amistad que hicimos, jamás los podremos dejar”. Ambos desde siempre han sido amantes de la naturaleza, gusto que han transmitido a sus hijos y nietos ya que desde muy pequeños les enseñaron el amor por las orquídeas. En el jardín de su casa transcurrieron un sinnúmero de reuniones familiares rodeados de plantas entre las que resaltan por sus colores y exóticas formas las orquídeas a las que cuidan con esmero y pasión.

En el año 1977 eligieron a Arcadio como vocal del directorio de la Asociación presidido por Max Konanz , quienes comenzaron a trabajar en el proyecto de construir un campo de cultivo de orquídeas. En esa época  eran 120 los miembros que la conformaban. Cuenta Arcadio, que uno de los consejos más importantes que recibió fue del Dr. Calaway H. Dodson, entonces Director del Mary Selby Botanical Garden de Sarasota, quien le manifestó: “No hagas un orquideario porque no vas a conseguir el apoyo que necesitas, haz un Jardín Botánico”………. y el resto es historia. Transcurrieron 10 años para hacer este sueño realidad.

Lograr tener el Jardín Botánico no fue un camino fácil, ya que no tuvieron ningún apoyo público, ni estatal ni municipal, lo hicieron con los fondos que aportaban los socios, eventos que los organizaban con la colaboración de las familias, amigos y la empresa privada guayaquileña. Arcadio y Carmela siempre tuvieron la idea de que un jardín botánico era muy importante para una ciudad en donde presentar no solo una muestra de la flora nativa sino también de la introducida.  

 

En Guayaquil con el esfuerzo de todos se decidió hacer un Jardín Botánico Tropical donde todo lo que se exhibe pudiera criarse abiertamente y la gran protagonista fuera la naturaleza. Así se hizo y hoy en el Jardín Botánico existen más de 700especies diferentes de árboles, arbustos, plantas medicinales, ornamentales entre otras. A partir del 2008 y luego de once años de asistir a tres exposiciones mundiales de orquídeas realizadas en Estados Unidos, Singapur y Sudáfrica, a Guayaquil le acreditaron la sede del evento más importante de la orquideología: La 22 ava. Conferencia Mundial de Orquídea realizada en noviembre del 2017.

A este evento asistieron cuarenta países, se realizaron ochenta conferencias a cargo de ochenta científicos. A Guayaquil vino la élite de la orquideología mundial. Fue dicha exposición la oportunidad ideal para que Arcadio Arosemena presentara su obra “El Ecuador y sus orquídeas”, que es una contribución al conocimiento de la orquideología del Ecuador.

Arcadio Arosemena y Carmela de Arosemena

En 1988 Arosemena fue coautor junto a Roberto Estrada, Cecilia de Jurado y Max Konanz de la publicación del libro “Orquídeas de la Costa del Ecuador”, en el que difundió el conocimiento de 120 especies. Dicha experiencia le sirvió para que en “El Ecuador y sus orquídeas” diera cuenta de sus 43 años relacionados con las orquídeas y plasmara unas memorias que nos recuerdan que Guayaquil fue la ciudad líder en la conservación de las orquídeas de nuestro país; luego se sumaron asociaciones de Cuenca, Quito, Loja y Puyo, como también diversos jardines botánicos en las tres
regiones geográficas de nuestro país.
 

¿Cómo fue el proceso de investigación y escritura de “El Ecuador y sus orquídeas” ?, Arcadio relata “Dos años antes comencé a escribirlo y revisar mis archivos, porque tenía todo un bagaje de información guardada”. Asimismo investigó en bibliotecas: Club de la Unión, Biblioteca Municipal y Archivo Histórico del Guayas, todas ellas lo nutrieron. Además la doctora Flor de María Valverde le abrió su archivo, biblioteca y lo orientó. “Demoré dos años en la redacción y entregué la información a mi hijo Arcadio y a mi nieta Carol, que se encargaron de editar el libro”. En el 2004, cuando la Asociación cumplió treinta años sus miembros realizaron una campaña para nombrar a la orquídea emblemática del Guayas: En el 2015, la orquídea emblemática de Guayaquil, a la Encyclia angustiloba, que son nativas de las sabanas que rodean nuestra ciudad.


“En esta etapa quiero agradecer a todos los asociados y personas amigas que en una u otra forma respaldaron nuestras iniciativas especialmente durante los nueve años que tuve el honor de presidir esta Asociación, integrada por personas de gran calidad humana y a Dios por haberme dado la oportunidad de conocerlos, tratándolos y llegar a quererlos como verdaderos amigos”. “Pero nada de esto hubiera sido posible realizar sin contar con mi esposa y mis hijos, a quienes les robé parte del tiempo que les debía dar, pero que tuvieron la comprensión suficiente para soportarme y además colaborar conmigo, compartiendo mis responsabilidades. Por eso todo lo que hicimos es un mérito que es de todos nosotros, los miembros de la Asociación y nuestros benefactores”. “Actualmente continúo apoyando este proyecto y lo seguiré haciendo mientras esté a mi alcance pero creo que otras personas más jóvenes deben seguir adelante y tomar la posta . La vida es una caja de sorpresas repleta de orquídeas”.

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